¡Por fín llegó el día!, ¡por fin nos fuimos de viaje a mi Roma querida! Tras meses y meses de idas y venidas con el viaje de fin de curso a Roma con mis compis de la academia de peluquería, por fin Adriana y toda su troupe se plantó en la capital italiana.
Y qué decir de la ciudad eterna… una maravilla. No sabía a dónde mirar, qué fotografiar, con qué maravillarme… Todo eran estímulos para mis sentidos. Incluso la comida, ¡qué maravilla de comida!, ¡qué suerte tenemos de la cocina mediterránea!… ¡y qué monumentos!, ¡qué plazas!, ¡cuánta historia ante mis ojos!
Lo único malo es que precisamente desde este mismo mes, han regulado los accesos a la Fontana di Trevi y eso ha impedido que nos recreemos en ella, aunque entiendo que era una medida necesaria porque sí que es verdad que la saturación de turistas como que desnaturaliza los lugares y como que los convierte en un enorme parque temático, como ocurría en el Vaticano, que parecía que estaba haciendo cola para Isla Mágica…
Eso sí, tanta saturación, tanta cola bien merecía la pena con tan sólo levantar la mirada y ver esos frescos de Miguel Ángel, esa Capilla Sixtina… Por primera vez en mi vida he sentido como la Catedral Sevillana, esa gran maravilla, se empequeñecía frente a un templo como el Vaticano…
Y hablando de saturación, la Adriana no prueba una pizza más en lo que queda de año… ¡Que hartón de pizzas!, ¡qué ganas tenía de tomarme un gazpacho y un salmorejo que fue lo primero que hice nada más llegar! Eso sí, deliciosas… No sólo no quiero probar ninguna pizza más hasta el 2018 por haberme comido todo el cupo anual, sino porque estaban taaaan ricas las que me zampé en Roma que cualquier otra que me tome en Sevilla me va a saber a ultracongelada…
En definitiva un viaje memorable. La experiencia de Adriana Alzamora en Roma ha sido excepcional, disfrutando con unos compañeros que espero volver a ver y que esta experiencia no sea un punto y final, sino un punto y seguido.
Ahora a continuar disfrutando del verano en Sevilla, que sí, se puede disfrutar igualmente. Por lo pronto ya tengo mi garrafa de gazpacho bien a mano y planes para disfrutar a la sombra y alegremente en esta, también maravillosa, ciudad.
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