El otro día os contaba sobre mi nuevo enganche, en este caso a la serie Juego de Tronos, que tal como me sucedió con la serie Roma, me la he ventilado en apenas unos días y ya estoy al día.
Tan al día como que ya he podido ver a mi Sevilla reflejada como los Jardines del Agua de Dorne y enamorarme de ese grupo de chicas que forman las serpientes del desierto y que, como buenas sevillanas, son cálidas, pasionales y guerreras… Y de guerras ya os contaré la que estoy manteniendo con el sector rancio de la escuela de peluquería para debatir sobre dónde nos vamos: si a Riviera Maya o de interrail por Europa.
De batalla tiene poco porque yo me niego en rotundo a acabar en una botellona playera a 10.000 kilómetros cuando lo puedo hacer en Chipiona cualquier fin de semana pero en fin, no me distraigo… Del primer tema que os quiero hablar hoy es de lo desaporvechada que está Sevilla en el cine.
Haciendo un poco de investigación he visto como fue un escenario emblemático en «Lawrence de Arabia», y que desde entonces no se relanzó como plató cinematográfico hasta que George Lucas la usara como el Palacio de la Reina Amidala de Naboo en «El Ataque de los Clones»… que qué estupenda que está mi Natalie Portman en esa película (y en las que siguieron).
Después tuvo que venir ese despropósito de Misión Imposible II y mezclar las fallas con la Semana Santa en una de las mayores pifias cinéfilas que se recuerda (y por la que nadie ha pedido perdón aún, porque ya me gustaría ver qué cara se les quedaría a los yanquis si mezclamos Acción de Gracias con Halloween y sentamos a comer junto al pavo peregrinos y zombies sin ningún otro tipo de rigor), y de vueltas con Tom Cruise y sus pifias, «Noche y Dia» y cómo situar los Sanfermines frente a la Giralda.
Aunque es cierto que está habiendo un importante relanzamiento (si es que alguna vez se lanzó) de Sevilla y Andalucía en general como plató de cine, siento que sigue estando bastante desaprovechada. Y es que solo hay que ver la cantidad de beneficios que ofrece el que aparezca en la gran pantalla (o en la pequeña en el caso de Juego de Tronos) la Giralda, los Alcázares o la Plaza de España… los mismos por ejemplo que está teniendo para Dubrovni ser Desembarco del Rey en Juego de Tronos…
Y aquí quería llegar: a Dubrovni como final de trayecto del interrail que quiero hacer para fin de curso, que ya os comenté que tendría su comienzo en Roma. Pues bien, estoy dispuesta a cambir de trayecto, de plan y en vez de ir en tren hacer una ruta más corta… pero no, me niego en rotundo llegados a este punto a acabar gastándome un pastón por marcas del todo a cien en uno de esos resort para catetos que solo quieren emborracharse… Yo quiero pasear por las calles de Roma cual Audrey Hepburn en «Vacaciones en Roma», o descender por las calles de Dubrivni cual Cersei Lannister con cara de desprecio, pero no meterme en una piscina abarrotada bebiendo ron con cola que me va a dejar KO el resto del día.
En fin, seguiremos narrando la batalla semana a semana… por ahora Adriana y Roma 1 – Riviera Maya 0.
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