La verdad que es de las últimas cosas de las que me apetecía escribir. Pero viendo las imágenes por televisión, de paisajes que siempre he acostumbrado ver tan verdes, tan llenos de alegría y donde he disfrutado verano tras verano, qué menos que le dedique un poco de mi tiempo a mandar todo mi apoyo al pueblo de Huelva y en especial al de Mazagón y Matalascañas.
Desde hace años, cada verano, cada agosto pongo rumbo a este bello rincón de la costa onubense y disfruto como loca de unas vacaciones rodeada no sólo de paisajes de ensueño, sino también de muchas buenas gentes, muchas costumbres que nos definen como andaluces que sabemos disfrutar de los pequeños y también de los grandes placeres de la vida, de miles de atardeceres frente al «tapón» con miles de tonos dorados sobre el mar, de un mar no solo de agua y sal, sino también de dunas infinitas que ponen el horizonte frente a Sanlúcar.
Todos esos bellos recuerdo hoy se queman bajo la codicia y la avaricia de aún no sabemos quiénes y no me atrevo a aventurar a saber, ni siquiera conocer el por qué: me basta el sufrimiento de ver arder no sólo mis escenarios favoritos, sino los de una riqueza natural que una vez más por nuestra puñetera inconsciencia, perdemos sin más remedio y sin que nada podamos hacer.
Solo espero que esta enorme desgracia sirva para que entre todos seamos capaz de reconstruir lo destruido, que hagamos fuerza y ejemplo de coraje y valentía y no dejemos que lo que ayer era un paraíso, mañana sean cenizas que traigan la riqueza que tuvimos a otras sanguijuelas irrespetuosas.
Un enorme abrazo a Huelva, Matalascañas, Moguer, Mazagón y a todos los afectados por este fatídico fuego. Siempre del pueblo onubense:
Adriana Alzamora Gutierrez
Pdto: quiero aprovechar esta publicación para no recordar el lugar como hoy desgraciadamente luce, sino como siempre ha sido, alegre y hermoso, y como sin duda volverá a ser.
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